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Era muy tarde, casi la hora de irme a casa, estaba agotado, por la mañana había hecho el turno de socorrista en la playa de Caldetas, pero como el sueldo no era demasiado elevado, había tenido que aceptar este otro trabajo como encargado del mantenimiento de un gimnasio. Mi obligación era tener a punto las instalaciones con agua, la piscina interior, la exterior, así como los jacuzzis instalados en el interior de los vestuarios. Esa tarde en concreto, había tenido problemas con la cantidad de cloro que se dispensaba automáticamente a la piscina interior, también había fallado la depuradora, ya lo había solucionado, había sido agotador y realmente no esperaba trabajar más, hasta que la chica de recepción me llamó para decirme que el jacuzzi del vestuario femenino.  

Había estado dando problemas, que fuera a mirar lo que le pasaba. Pensé en dejarlo para el día siguiente, pero Sonia me había dicho que no había nadie, que aprovechara el momento para darle un repaso, que al día siguiente seguro que había mucha gente y no podría entrar.

Entré en el vestuario y pese a saber que no había nadie, decidí pedir permiso en voz alta, no contestó nadie, así que entré con mis herramientas. El calor era insoportable, las saunas no se desconectaban hasta las diez y estar allí vestido era un suplicio, me quité la camiseta y la dejé en el perchero de la entrada. Pasé por las duchas vacías y me arrodillé junto al jacuzzi, intenté solucionar el problema repasando la entrada de agua por el empalme de la derecha, que era el que la última vez me había dado problemas, pero se veía en buen estado. El problema debía estar en uno de los surtidores de lumbares que debía haberse obstruido. Pulse los dos botones de puesta en marcha y pude comprobar cuales eran los surtidores que parecían funcionar mal, seguramente estarían obstruidos.

Fue al ir a la caja de herramientas, cuando ella salió de la sauna de vapor, se abrió la puerta y una bocanada de vaho salió de su interior, y de la bruma que se disipaba pude ver el cuerpo de una mujer. Ella no me vio en un primer momento, pues llevaba una pequeña toalla en la mano con la que se secaba la cara, pero cuando se adelantó hacia donde yo estaba con la intención de ir a la ducha me descubrió arrodillado junto a la caja de herramientas con los boxer mojados. Su cara no fue de sorpresa, de hecho, no pude notar en ella ninguna muestra de asombro al descubrir mi presencia allí, ni siquiera llevo sus manos a sus pechos o su sexo desnudo para taparse, simplemente me sonrió, pasó por mi delante y se fue a la ducha.

El momento en el que ella me dio la espalda para dirigirse a la ducha me dejó estupefacto, mostraba sin ningún pudor su hermoso trasero, su piel mojada, morena, y su cintura fina, torneada por las horas pasadas en aquel gimnasio, era alta y esbelta y no pude reprimir una erección completa ante tal belleza. Cogí las pinzas y me metí rápidamente en el jacuzzi para que mi cuerpo se relajara y dejara de pensar en el movimiento de aquellas caderas desnudas, que se estaban contoneado delante de mí, como si no estuviera. No pude evitar mirar hacia la ducha que ocupaba y ver como ella, debajo del chorro se mecía y dejaba acariciar por el agua que resbalaba por su cuerpo. Sus hombros eran anchos y fuertes, se dio la vuelta y pude apreciar entonces la firmeza de sus senos, su vientre plano, su sexo muy depilado que miraba hacia mi como sonriendo, sus manos que ayudaban a que el agua de la ducha rebajara la temperatura que había tomado en la sauna.
Allí seguí mirando sin saber cuanto tiempo llevaba, repentinamente para mi, abrió los ojos, no me dio tiempo a hacerme el despistado, mis ojos se cruzaron con los suyos. Ella debió ver mi rostro casi con la boca abierta admirando su cuerpo, pensé que era lo peor que me había pasado nunca, perdería el empleo seguro. Pero lejos de demostrar enfado volvió a sonreírme, cerró el grifo de la ducha y se acercó al jacuzzi, se agarró a la barandilla y sumergió un pie, pude ver como la piel se transformaba y se erizaba, como un calambre recorrió su cuerpo a escasos metros del mío, yo de rodillas y con las pinzas en la mano no atinaba a decir palabra, no encontraba nada que decir, ¿que podría haber dicho?
Ella seguía sonriéndome, mientras que iba aclimatando su temperatura a la del jacuzzi, se iba sumergiendo en el ante mis ojos, el agua le llegaba hasta la pantorrilla, su sexo quedaba por encima del agua ofreciéndome una vista exquisita. Pasó por mi lado casi rozándome y se sentó en el banco donde había uno de los surtidores estropeados, sus pechos bailaban entre las burbujas ante mis ojos y allí se quedó, mirándome sin decir palabra.

No pude hacer más que levantar las manos para que viera que estaba trabajando, entendió mi movimiento y pensé que se levantaría y se iría, pero lejos de hacerlo lo que obtuve fue que se levantara, se diera la vuelta, dejara su trasero al descubierto enfrente de mí y se agachara para ver que le ocurría al surtidor. Esto era demasiado, mi erección amenazaba con sobresalir del agua mientras ella exhibía sus magníficas posaderas, no pude evitar que mi mano soltara las gafas y se acercara a aquel trasero redondo que tenía delante. No hubo bofetón, no hubo sorpresa, solo se giró sobre si misma y sonrió, esta vez más alegre si cabe. Mi mano se quedó allí encima como si pesara una tonelada, ¿porque no podía moverla? el miedo me había paralizado por completo. Ella se dio cuenta de la situación y me cogió la otra mano situándola sobre la otra nalga que me ofrecía coquetamente.

Fue como si me dieran la llave del castillo, como si me dieran permiso para empezar a comer, mis manos sintieron un resquemor y empezaron a moverse con soltura, resbalaban sobre la suave piel, exploraban cada rincón de su cuerpo, mi lengua también se desató y chupo y lamió cada rincón no sumergido en el agua, cada pliegue que se escondía entre sus piernas, cada cueva fue escrutada por mis sentidos, hasta notar como vibraba bajo mis manos y mis labios. Un estremecimiento me recorrió la espalda, con mis labios ocupados no había podido distinguir nada de lo que ocurría a mí alrededor, pero noté que no había sido el placer lo que me había sacudido, era Sonia, desnuda, que a mi lado mostraba una sonrisa también.

Empezó a acariciarme y a besarme mientras que la mujer, que yacía bajo mis manos, se levantaba y hacía lo mismo, entre las dos me sentaron en el banco sumergido delante del surtidor averiado, me quitaron los boxer y comenzaron a lamerme y tragar de mi sexo con un apetito voraz, entre ellas se disputaban el placer de saborear mi cuerpo, se movían como si estuvieran interpretando una danza sobre mi, las burbujas me hacían flotar notaba sus manos por mi espalda y mi trasero, recorrían cada esquina de mis músculos haciéndome jadear y gruñir a cada caricia que percibía. Parecía que explotaría de placer allí mismo, no podía controlar la excitación que me producían aquellas dos mujeres, cerré los ojos para abandonarme al placer y noté como Sonia se subía a horcajadas sobre mí. Mi sexo penetró en su cuerpo con fuerza y consiguió arrancar un grito desde su garganta, mientras, la otra mujer se frotaba los pechos con la espalda de Sonia, mis manos se juntaron con las suyas para recorrer su cuerpo que cabalgaba desbocado sobre mi, las fuerzas parecía que la iban a vencer, pero entre la mujer y yo conseguimos que continuara su baile. De sus pulmones salió un enorme gemido, que dejó muy claro lo que ocurría en su interior, poco a poco el baile fue descendiendo su ritmo frenético hasta convertirse en un suave balanceo. Se separó de mi cuerpo con pena, como si quisiera quedarse allí mucho tiempo pero la otra mujer la obligó a descender de mi montura.

Sonia se lanzó a comerme y la otra mujer se dio la vuelta apoyando las rodillas en un escalón y dejando el hermoso trasero que antes me había ofrecido con descaro a mi vista. No me lo pensé dos veces, me levanté apartando a Sonia con impaciencia me acerqué a aquellas nalgas y Sonia me acompaño con cara de lascivia, se notaba el ardor en sus ojos, en su lengua, que lamía la espalda de la otra con gusto. Mi sexo entró en aquella cueva oscura y el quejido que oí fue espectacular, aquella mujer iba a disfrutar de mi sexo como nunca nadie lo había hecho y yo lo haría con ella. Mientras que yo jugaba a entrar y salir de sus posaderas, Sonia se lo pasaba en grande sentada entre los escalones debajo de la mujer, lamiendo sus pechos y recorriendo su espalda con las manos, solo ver las manos deslizarse por su espalda me excitaba enormemente.
 
Mis manos sujetaban con fuerza sus nalgas moviendo rápidamente su cuerpo para que mi sexo entrara más veloz, mis movimientos eran cada vez más violentos, sus gemidos cada vez más altos, mi sexo palpitaba en su interior hasta que un movimiento bajo mis manos hizo que estallara dentro. Seguí meciéndome durante un rato más, resoplando sobre su espalda, Sonia salió de debajo de la mujer y se acercó a mi, comenzó a besarme despacio, con cariño, resoplando también del cansancio que nos había causado, el placer del que habíamos disfrutado los tres.

La otra mujer se sentó en el escalón obligándome a separarme de ella, noté como mis flujos se desparramaron sobre las burbujas del jacuzzi y Sonia deslizaba sus manos para intentar atraparlos, no lo consiguió, me miró y sonrió. Agotados como estábamos nos quedamos allí descansando sin decir palabra, pero con una inmensa felicidad en nuestro interior, los tres teníamos dibujada una media sonrisa en nuestros labios.

Ya más relajados Sonia me dijo:

-Bueno Juan, espero que sigas trabajando aquí durante mucho tiempo…….Por cierto ¿La conoces?-dijo dirigiendo su mirada hacia la otra mujer.

-No-dije como única respuesta.

-Soy Marisa, la profesora de aeróbic,-dijo a modo de presentación- cada jueves me ducho un poco más tarde de lo normal y para que no esté sola, Sonia viene para hacerme compañía. Esperamos que tu también lo hagas de vez en cuando- dijo sonriendo.

Después de aquel día, el baño se ha repetido en varias ocasiones, no siempre en el jacuzzi, otras veces necesita un repaso la sauna finlandesa, otras, es la ducha de chorros la que necesita un arreglillo, en una ocasión fue el aspersor del riego del césped del jardín, pero en fin, cada día estoy más contento con este trabajo.


5 comentarios »

5 comentarios a “En el jacuzzi… con pandora”

  1. el 30 May 2007 a las 30 mayo 2007 PR: 4 arrobita198

    jobar ojala a mi m pasaran las cosas en estas situaciones…
    daria un morbo k no veas
    enserio se te da muy bien escribir estos relatos, xq dsd el primer momento haces k lo imagines, te metes en el papel y aprece k lo estes viviendo
    me encanta

    bsos!!

  2. el 30 May 2007 a las 30 mayo 2007 PR: 4 Tetxu

    Pues yo voy a probar a ver si el próximo Jueves tengo la misma suerte …. 😉

    Besines de Colorines!

    P.D. Gracias! 😉

  3. el 13 Ago 2007 a las 13 agosto 2007 PR: 0 Dacil

    yo tb kiero

  4. el 28 Nov 2007 a las 28 noviembre 2007 PR: 0 UnKa

    sinceramente… impresionante! si este tipo de historias te las inventas tu y te salen de dentro, permiteme ke te diga que tienes un don o un sexto sentido!

    al verlo tan largo me daba pereza leerlo, pero he empezado y lo he leido tan agusto como si estubiera viendo una película! sigue así!

    bss!

  5. el 26 Oct 2010 a las 26 octubre 2010 PR: 0 EUGENIA RODRIGUEZ

    HOLA, les cuento que yo compre un libro electrónico sobre ese tema que está muy bueno, no es muy caro me costó menos de 20 dólares y la info está muy buena, si pueden comprarlo se los recomiendo este es el enlace

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    saludos

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