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No tiene nada que ver con el dinero, ni con la ropa que se use, ni con lo mucho o poco que se haya estudiado. El ser merecedor de este apelativo tan tico va más allá de cualquier bien material, forma de caminar, apariencia física o nivel de estudios. Pero es más fácil identificar a uno de estos…sujetos, digamos, por lo que son y no por las características con las que no tienen relación.

Así, el pachuco, por ejemplo, puede ser pobre o rico,  eso es lo de menos, como lo es el sexo al que pertenece. (Desgracaidamente, algunas mujeres también caen en esta clasificación). Pueden tener cualquier edad, practicar cualquier religión y ser de cualquier raza. Es su esencia, su comportamiento y su idiosincracia lo que lo ubica en esta categoría. Veamos:

El pachuco es más cerrado que un bombillo, cualquiera que piense diferente a él sufrirá las consecuencias.Por ejemplo, en el estadio, insulta y golpea a los hinchas del equipo contrario, o, si en la oficina un compañero apoya a un político que él detesta, lo hace pasar un mal rato.

Es morboso a más no poder: hasta a la palabra más ingenua le encuentra el doble sentido, pierde el sueño tratando de averiguar si tal o cual mujer es virgen o no, si va a la playa parece perro rabioso por la cantidad de babas que echa o se queda mirando de arriba a abajo mientras jadea como asmático; y hasta puede llegar al extremo de matricularse en algún curso o carrera sólo porque alguien le comentó que ahí las chicas eran “ligeras”.

El pachuco es envidioso: se “pica” ante el bienestar ajeno. Es quien dice “indirectas” al que vive mejor que él (que más que indirectas son meros insultos), vive averiguando quién gana más salario en la oficina, (aunque él trabaje siete horas y los otros doce) tilda de homosexuales a todos los hombres guapos que se le cruzan enfrente y de fáciles a todas las mujeres que no le hacen caso.

Porque el pachuco también es misógino (aunque no entienda la palabra). O sea, agrede a las mujeres en una o varias formas. Vive resentido con ellas y no pierde oportunidad de demostrarlo. Así, es el que se para en una esquina a decir obscenidades a cuanta mujer le pasa al lado, o el que cuenta chistes ofensivos frente a ellas, o el que critica ferozmente la apariencia de sus amigas, compañeras de escuela o trabajo, vecinas y hasta de su novia o esposa, aunque él parezca la versión macabra del monstruo de Frankenstein.

Y como el pachuco es inseguro y no tiene el valor de enfrentar su realidad, muchas veces juega de Don Juan, aunque no obtenga buenos resultados o ya no esté para esos trotes. Y es que para sentirse Dorian Grey, no hay quien le gane, los viejos siempre son los demás, él nunca. Puede vivir obsesionado con el tema de la edad, pero la de los otros. La de él ni la menciona.

La inseguridad también lo lleva a creer que si el carro de al lado pita o le rayó, fue para insultarlo; si alguien se rió, fue para burlarse; si al cruzar la calle alguien volteó, fue para verlo y no para mirar si vienen autos y evitar ser atropellado. Por lo tanto, se da por aludido de todo.

Por último, el pachuco nunca reconoce que es un pachuco. Y como el pachuquismo es como el alcoholismo y mientras no se reconozca no se puede iniciar la cura, no queda más que saber identificarlos…y correr!!

*Regionalismo costarricense

(Tenía este artículo viejo que me encontré hace un rato y se me ocurrió compartirlo con ustedes, chicas. Otro día les explico lo que son las casadonas, je.)