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Han pasado estas entrañables fechas, bueno faltan los Reyes pero esos no implican tanta gula (es que en mi familia nos no gusta el roscón), y un año más he sobrevivido, por lo menos físicamente pero por si acaso prefiero no mirar el estado de mi cuenta bancaria que debe de estar al borde de inanición por Visa. Claro eso me pasa por ser una tía ausente que cuando visita a sus adorables sobrinos se pasa de generosa. Pero me da igual porque soy de esas personas que les encantan regalar. Además mi C es un chico previsor y siempre nos queda para comer y pagar la hipoteca. Cierto es, que gracias a él, puedo vivir en una media inconciencia económica. Ha establecido una cuenta de gastos que sirve para facturas y comida y sé que me está prohibidísima. La mía personal es ,eso personal, y con ella hago lo que me da la gana, es decir me lo gastó to en cosas tan primordiales como ropa, zapatos y complementos. Eso sí en Desigual hasta me felicitan el año nuevo. Qué Glamour que tengo. 

Bueno pues desde mi último blog, estuve atareada con la vorágine navideña que empezó el 22 con la comida de empresa. 

Después de la evidente conclusión de que un año más nos quedaríamos como estamos de pobre, a la 13h descorchamos el cava y empezamos el festejo. Nunca hay que desanimarse. No faltó de nada, lo único por resaltar es que a las cinco de la tarde, el íntimo de Irma nos encontró, orientándose por mi risa. Es que me caí de la silla (no me preguntéis cómo) y la Irma estaba intentando sacarme de allí, enseñando el culo (llevaba mini falda) a todos los comensales de la mesa contigua que no podían quitar los ojos de nuestros atributos (ni falta decir la vista que tenían de mi escote desde su mesa). Vamos fuimos la alegría de la fiesta. En mi euforia se me ocurrió mandar a mi E a que vaya con su gorro de mesa en mesa a por la propina por tal espectáculo, pero mi C no me dejó. A las 8h30 me fui a casa a dormirla porque al día siguiente tocaba el primer asalto a mi CUENTA DE NAVIDAD, es decir la compra de nuestra cena de Nochebuena.  

Sí, soy una total desorganizada y lo hago todo a última hora a pesar de las advertencias. Con resaca no se puedo comprar, tampoco ayuda no haber pensado en un menú antes de presentarse en la pescadería. Allí estaba yo (la tête dans le cul o sea la cabeza en el culo) , luchando por mi puesto en la cola de marujas profesión y escuchando sus pedidos para hacerme un idea y no parecer tan pánfila. Entonces oí la palabra BESUGO y me resultó muy apropiada para la ocasión, a continuación una abuela pidío gambas para adornar y entendí que eran las más baratas, así que me lo apunté. Cuando me dieron la vez, iba yo toda orgullosa porque ya sabía mi menú y le dije al pescadero: Ponme dos besugos y para más señas le enseñé las bestias. Las marujas me miraban con aprobación y yo les sonreía a todas. 

– Señoraaaaaaaa, qué esas son lubinas, los besugos son esos a 50€ el kg. 

El corro de abuelas se descojonaban y yo ya no sonreía a nadie. 

Pero muy digna, miré a este peazo pez que a su vez me miraba con sus ojos negros como reprochándome el derroche… 

– Claro pues ponme dos y además media de gambas de esas y también dos centollos. Y por favor quitarle los ojos a los besugos…. 

– Vale como no, ¿ es para el horno? 

Yo que sé pensé, supongo, lo haré como la dorada que me sale bien así que le dije que sí. 

Tomad viejas chochas, que la Cruela va a hacer una cena que será la envidia del barrio. El pescadero estaba encantado, hasta me dejó probar una gamba, y la comí a pesar de la resaca. Imaginaros eran las 9h30 de la mañana. 

– Son 75,80€, Feliz Navidad y que su familia aproveche la cena, que bonito reunirse todos…. 

– Pues eso, igualmente digo. 

Y me fui pensando que éramos 4 con la niña incluida y la abuela que no me come nada. Me había pasado. Añadi a la cuenta 48€ del regalo pa mi suegra, 15€ de frutas ????? 54€ del Buzz de mi Sobrino 1 (no hay juguete barato si se trata de la PLAY), 48€ del juego de Piñatas del Caribe con DVD para el sobrino 2 (lo mismo si viene de la Factoría Disney), los de mi E, la chaqueta Desigual de mi C y decidí dejar de contar cuando la suma pasó de los 300. Y quedaban por comprar para mi hermano, su mujer y mis padres. 

Volví a casa toda contenta y decidí que esta vez me iba a organizar. Si la abuela llega a las 20h empezaba con los preparativos a las seis como muy tarde. Así que las seis y media estaban los bichos en el horno, la ensalada de aguacate con gambas hecha y los centollos descongelándose. Fue cuando empezó la ronda de llamadas navideñas, con la Musu, con los barbies disseny, a mis amigos de Canarias, los de Alicante, mis padres…… a lo tonto colgué a las 8 y fui a ver los besugos. Qué bien olían, qué bonitos me habían quedado con sus ajitos, pimientos de colores, tomates cherry…. Y me fui a acicalar. Llegó mi suegra, abrimos regalos, charlamos, brindamos y fue cuando me llamó C. 

– Mira el horno, sale líquido de dentro. 

Dios mis besugooooos. Eran las 10 y desde hace dos horas se están recalentando y ahora parecían sardinas carbonizadas. Habían menguado de 70% de su masa corporal. Incomibles. 

– No me digas que no los habías sacado del horno 

Yo compungida, sí, pero había apagado el horno 

– Idiota que el horno sigue caliente, esto estará más seco que la mojama. 

– No te preocupes quedan los centollos. 

A modo de respuesta, C me dio con uno en la cabeza, duro como una piedra o sea seguía congelado… 

– Y si los ponemos en el microondas… 

Su mirada me mandó callar 

Así que la cena opípara se redujo a una ensalada con gambas y el postre. Menos mal que mi suegra estaba encantadora por haber salido de la residencia donde se recupera de una rotura de fémur muy chunga y mi E con sus regalos pasaba de todo. En cuanto a mi C sabe que soy así y no hay nada que hacer- Así fue nuestra cena, breve y poco copiosa. Menos mal que la navidad es lo que tiene mientras estamos en familia…. 

El día de Navidad le pasamos recogiendo pedazos de besugo que casi no estropean el lavavajillas al atascar el filtro. 

En fin mientras haya salud… y buen humor.