Cuando tenga tiempo me suicido, por José M. Pascual
6 febrero 2007 por tetxu
Encontré al señor Dumbar en el puente que cruza el río que divide la ciudad del afuera. Hacia casi diez años que no lo veía; desde aquella noche en que dijo firmemente que su idea era suicidarse. Recuerdo que aquella vez había varias personas, pero que fue a mí al único que le llamó la atención aquella declaración. El resto de los que estaban en la reunión conocían a Dumbar un poco mejor que yo, y por lo que dijeron, luego de que el se retirara, el hombre solía expresar muy seguido su afinidad para con esa determinación, y que por eso ya nadie le prestaba mayor atención. Además, según me comentaron, nunca le daba tono de tragedia a su declaración.
-Dumbar ¿Se acuerda de mí?
El hombre delgado, de mirada melancólica y transparente, se quedó callado y recorrió mi figura con la vista.
– Nos conocimos en una cena en la casa de Octavio Fresán, la noche que…
– Ah, sí. ¿Cómo anda esa gente?
– No sé señor. Hace tiempo que no los veo.
– Eso fue hace como diez años- dijo Dumbar, y volvió a clavar su mirada en el río oscuro.
– Sí. Más o menos diez años.
– Qué cosa – exclamó – y cómo se acuerda usted de mí después de tanto tiempo.
– Bueno, aquella noche usted había hablado de suicidio y a mí me llamó la atención que…
Dumbar interrumpió el diálogo con una risa apenas sonora – Claro, usted creerá que yo me despido así en las reuniones para que los presentes no me olviden.
Yo sonreí – No, pero de ser así le ha dado resultado. Yo recuerdo el momento en que usted se puso de pie y con toda la seriedad del caso dijo que se retiraba porque se iba a matar.
– Sí. Y ahora estará pensando: este viejo es un cretino mentiroso.
– No. Por supuesto que no. Usted tendría sus razones. Me alegra ver que ha cambiado de parecer.
Dumbar volvió a mirarme y respondió algo turbado -¿Quién le dijo eso?- Luego giro el cuerpo para quedar de espaldas al río y frente a mí.
– Bueno, han pasado diez años.
– Usted se cree que es tan fácil. Que uno dice voy a terminar con esto y termina así como así. Yo nací con ese sentimiento, de pequeño fui a parar al hospital tres veces por saltar desde la cuna al piso. Mi madre, muy religiosa, trato en vano de inculcarme la convicción de que ese tipo de determinación está en manos de Dios. Con el paso del tiempo la vida se fue complicando y, como le decía, las cosas no son tan simples.
– Entiendo.
– Mis padres necesitaban que yo trabaje y así lo hice. Cuando ellos murieron en el accidente del Bahía Dolores, yo pude elegir. Trabé todas las puertas y abrí la llave de gas. Vacíe un frasco de pastillas en mi estómago y acabe con la botella de un whisky que estaba listo para ser abierto sólo para aquella ceremonia.
Dumbar notaba que yo seguía atentamente su relato a medida que el sol se ocultaba en su espalda y desaparecía en el río.
– Algo salió mal. Se escucho un estallido; debió ser mi maldita costumbre de fumar antes de irme a dormir. Estuve inconsciente por más de seis meses. Cuando abrí los ojos la vi a ella, casi una aparición bíblica. Una mujer morena, con sonrisa placida y unas manos suaves; muy suaves, como su modo de hablar.
Dumbar se quedó en silencio un instante, encendió un cigarrillo y continuó el relato.
– Era una enfermera, y dicen que me cuidó como nadie lo hubiera hecho durante tanto tiempo. Lo cierto es que me casé con ella y que con ella tuve un hijo. Conseguí un nuevo trabajo y vivimos más de cinco años en una pequeña casa que ella hacía parecer grandiosa. Un día se cansó de cuidarme y se fue lejos llevándose al hijo.
Yo no me atreví a comentar todo aquello más que con una mueca o el arqueo de mis cejas.
– Cuando estuve listo nuevamente, fui elegido representante de mis compañeros en el gremio. No pude dejarlos solos. Buscaba que me echen exigiendo lo imposible y eso fue peor. La patronal me decía a todo que sí y los muchachos se creían que yo era un héroe en vez de un simple suicida buscando que lo retiren del juego. Al final me pudieron desplazar, pero ya habían pasado cinco años más. De aquel tiempo fue la reunión en donde nos conocimos.
Sonreí como lo haría un espectador viéndose entrar en la película.
– Aquella noche llegué a mi casa y decidí hacer una nota. Un escrito ¿Entiende? Un suicidio sin dejar una nota no sirve. Bueno, no importa, la cuestión es que advertí que no había nadie en mi vida como para que leyera esas líneas. Así que escribí y se la lleve a un amigo que hacía mucho no veía. Él la leyó y me pidió que le diera unos días. Yo no estaba tan apurado, así que escuche el pedido.
Dumbar consumió el resto de tabaco que le quedaba y la brasa cayó al agua para apagarse en la oscuridad de la noche.
– Tres días después, este amigo, llego a mi casa para comentarme que mi especie de testamento inmaterial había sido leído por un editor que estaba muy interesado en que yo amplíe mis notas para ser compiladas en un libro.
Dumbar me miró con desgano y dio un repentino giro para quedar nuevamente de cara al río que ya no se distinguía del resto del paisaje nocturno.
– Y aquí estoy.
– ¿Hoy es el día?- le pregunté con cierto temor.
– ¿Hoy? Hoy no, imposible. Mañana tengo una reunión en una librería… El contrato… No sé, quizás después de terminar mi último libro…
– Bueno, me alegra. Digo, usted está bien ¿no?
– Estoy resignado. Sabe qué, ya estoy viejo. Quizás todos seamos suicidas resignados a que nos sorprenda la muerte.
Dumbar me dio la mano y se retiró con paso tranquilo bordeando el fluido constante de las luces que cruzaban el puente.
Quizás todo suicida justifique su acción en el miedo que causa la posibilidad de que la muerte lo sorprenda a uno. Puede que sea la única elección de vida que les quede a quienes en la vida no pudieron elegir nunca. Tal vez todo radique en la falsa fantasía de que la vida viaja por la ruta de las grandes decisiones y no por el camino angosto y polvoriento de las pequeñas elecciones.
Por unos minutos, así me quedé: mirando el río que ya no se veía, en el lugar preciso donde el señor Dumbar, hacía un instante, había estado, quizás, pensando cosas parecidas.
Besines de Colorines!
me ha encantado el relato, era lo k comentaba algo parecido en la ilusion de cada dia (el escrito d mas abajo 🙂 )
hace las cosas xq las tiene k hacer, no lo hace xq quiera, me explico, yo hago mis deberes, lebantarme,s acar a la perra, vestirme, ir a trabajar, sacar a la perra, comer, echar una siesta xq no tngo ganas d hacer nada, trabajar, ver a mi novio, sacar a la perra, cenar, mirar un rato la tele, despedirme de mi novio, meterme un rato en internet e irme a la cama.
comprendo al hombre de la historia!!!
bsos!!
Bueno, ese es un punto de vista, otro punto de vista sería que siempre hay algo o alguien por lo que seguir …. Luego depende de cada uno que te lo tomes con resignación o con ilusión, como un nuevo reto que superar, que te hará crecer, madurar ….
Hace un tiempo, colgué en un post una canción de Sabina que me encanta (bueno, me encantan todas), una vez se la escribí y se la grabé en un CD, repetida, a una amiga que estaba “Chof!” y le sisrvió un poquito ….
Prueba a leerla y a animarte!!
Tenemos memoria, tenemos amigos,
tenemos los trenes, la risa, los bares,
tenemos la duda y la fe, sumo y sigo,
tenemos moteles, garitos, alteres.
Tenemos urgencias, amores que matan,
tenemos silencio, tabaco, razones,
tenemos Venecia, tenemos Manhattan,
tenemos cenizas de revoluciones.
Tenemos zapatos, orgullo, presente,
tenemos costumbres, pudores, jadeos,
tenemos la boca, tenemos los dientes,
saliva, cinismo, locura, deseo.
Tenemos el sexo y el rock y la droga,
los pies en el barrio, y el grito en el cielo,
tenemos Quintero, León y Quiroga,
y un bisnes pendiente con Pedro Botero.
Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.
Tenemos un as escondido en la manga,
tenemos nostalgia, piedad, insolencia,
monjas de Fellini, curas de Berlanga,
veneno, resaca, perfume, violencia.
Tenemos un techo con libros y besos,
tenemos el morbo, los celos, la sangre,
tenemos la niebla metida en los huesos,
tenemos el lujo de no tener hambre.
Tenemos talones de Aquiles sin fondos,
ropa de domingo, ninguna bandera,
nubes de verano, guerras de Macondo,
setas en noviembre, fiebre en primavera.
Glorietas, revistas, zaguanes, pistolas,
que importa, lo siento, hasta siempre, te quiero,
hinchas del atleti, gángsters de Coppola,
verónica y cuarto de Curro Romero.
(Estribillo)
Tenemos el mal de la melancolía,
la sed y la rabia, el ruido y las nueces,
tenemos el agua y, dos veces al día,
el santo milagro del pan y los peces.
Tenemos lolitas, tenemos donjuanes;
Lennon y McCartney, Gardel y LePera;
tenemos horóscopos, Biblias, Coranes,
ramblas en la luna, vírgenes de cera.
Tenemos naufragios soñados en playas
de islotes son nombre ni ley ni rutina,
tenemos heridas, tenemos medallas,
laureles de gloria, coronas de espinas.
(Estribillo)
Tenemos caprichos, muñecas hinchables,
ángeles caídos, barquitos de vela,
pobre exquisitos, ricos miserables,
ratoncitos Pérez, dolores de muelas.
Tenemos proyectos que se marchitaron,
crímenes perfectos que no cometimos,
retratos de novias que nos olvidaron,
y un alma en oferta que nunca vendimos.
Tenemos poetas, colgados, canallas,
Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma,
abuelos que siempre ganaban batallas,
caminos que nunca llevaban a Roma.
(Estribillo)
Besines de Colorines!
Uf me ha llegado!! Pero para que suicidarse? con lo bonita que es la vida…no para todos eso por supuesto, pero hay que intentar vivir lo mejor posible, y no ser cobardes, hacer frente a los problemas.
Por cierto Tetxus la cancion me encanta
Si se hubiera querido suicidar, lo hubiera hecho … relamente, no quería o no disponía del valor necesario, por tanto, cualquier escusa es buena para no hacerlo ….
“más de cien motivos”..: es la pura verdad, quizás el único problema es que el que piensa realmente en el suicidio: no lo dice y sí lo hace.., el que quiere suicidarse no busca cien motivos para quedarse, le basta con uno para irse..No hay nada peor que morir de tristeza, por activa o por pasiva..Pero no parece que este sea el caso del Sr. Dunbar: que ha encontrado en el suicidio la excusa perfecta para trivializar todo lo demás y no sufrir por ello.., “para qué preocuparse si se vá a morir???”..Un relato estupendo. Besines de colorines
Ese texto está robado de http://www.canaltrans.com/cuentos/index.html pertenece a la sección de cuentos cortos de José Pascual.
Si se roban algo que tiene derechos de autor, por lo menos tengan un mínimo de ética y citen la fuente.
Federico684 lo ha podido coger de cualquier otro lugar…la palabra robar es muy fea.Además si tiene derechos de autor ponganló de tal manera que no se pueda copiar y pegar,si no..se arriesgan a estas situaciones.Un saludo!
Antes de decir nada, aprende a leer, al lado del título, se cita el autor del mismo.
Besines de Colorines!
Buenas a todos, me he tomado la libertad de escribir anonimamente este comentario sobre el suicidio, ya se que a mucho no les interesará lo que ponga en este mensaje -y es que el último mensaje de este blog fue leido en el 2007, así que no me doy muchas esperanzas- Queria dirigirme a todos aquellos que dicen “¿Para que suicidarse? La vida es muy bella” Pero perdonad que os diga, la vida es bella tan solo para la gente que vive con los ojos cerrados, sin pararse a mirar alrededor para ver la mierda de mundo en el que vivimos, lo unico bello que queda, lo estamos estinguiendo nosotros mismos… ¿Suicidarse es de cobardes? No, cobarde es aquel que quiere suicidarse y no lo hace por qué dice “Quiero morir sin sentir dolor” Porque piden mucho. Si, vale, cobarde también es aquel que se suicida porque le va mal algo referente a su vida, pero hay gente, que simplemente no sabe que hace en este mundo, es solo un muerto en vida que vaga por las calles esperando a que alguien le pegue un tiro en un acto de locura, y si, me añado en esta lista, no quiero nada de psicologos, ni nada, ya nada puede ayudarme, morir calma el dolor, pero provoca temor no saber que hay en “el más allá” y eso, claro está, si existe ese “más allá”…
disculpa cual es la editorial