El problema de la belleza
14 diciembre 2006 por cotidiana
La constante preocupación en mi entorno de amigas por la belleza, la edad y quizás, yéndome un poco a los extremos, la muerte, me ha llevado últimamente a enfocar mis lecturas por estos derroteros. Así, me he repasado por encimita o de plano metido a profundidad a leer textos varios en la forma de ensayos, artículos, breves tratados y libros sobre el cuerpo, la imagen y las representaciones.
A tanto ha llegado este interés que he terminado por leer sobre monstruos, leyendas y freaks todo con el objetivo de procurar entender estas particulares dinámicas sociales y culturales que nos llevan a hombres y mujeres a obsesionarnos con nuestra apariencia y el –casi lo podría calificar así- terror que nos provoca una llantita en la cintura o una nueva arruga en el rostro.
La verdad no he encontrado respuestas, pero sí algo que calificaría como atisbos. Por ejemplo; Roman Gubern (2001: 29-40), afirma, al hablar del rostro humano que éste
es el lugar a la vez más íntimo y más exterior de un sujeto, el que traduce más directamente y de modo más complejo su interioridad psicológica y también el que padece más coerciones públicas… el rostro es, a la vez, la sede de la revelación y de la simulación, de la indiscreción y de la ocultación, de la espontaneidad y del engaño.
o sea que ni cómo esconderse cuando las canas en el cabello comienzan a agolparse, las líneas en el rostro se dibujan cada vez con mayor firmeza y la lontananza en la piel han visto mejores días. Nuestro rostro refleja y reproduce no sólo el avance del tiempo, sino su permanencia en nuestro cuerpo. No sólo lo bien que me cae esa tipa, sino lo mal que me cae, el gusto que me da verte y cómo oculto mi desagrado por verte. No hay para dónde hacerse.
Y no sólo eso, si hablamos de los patrones y modelos a seguir, es cosa de tener más de 30 años para saber que ya casi se está fuera de competencia. Juventud, elasticidad, firmeza, esbeltez parecieran ser los únicos valores verdaderos de nuestra sociedad. Wendy Steiner(2001) lo menciona al revisar los modelos estéticos del siglo XIX. Lo bello de hoy y de ayer son dos cosas totalmente distintas. El problema es que mis amigas y yo vivimos hoy. Vivimos como objetos (y digo objeto con todo el dolo) anacrónicos de un escenario que nos queda chico, igualito que los pantalones talla 7 (y no digo 4 o 2 porque son tallas impensables para nosotras).
Total que yo me quedo con mis preguntas, sin esperar que cambien los cánones estéticos, pero casi con la certeza de que soy una belleza y ejemplo de salud decimonónico.
Al final, la novia de Frankenstein es un referente estético tanto como la Bardot de los 70, con la salvedad de que la primera no usaba bikini y la segunda no tenía mechón blanco en el cabello y yo ya le empiezo a tomar cariño a las arrugas que han empezado a alinearse alrededor de los ojos; síntoma inequívoco de que he reído mucho en mi vida.
Referencias:
Gubern, Roman (2001): Del rostro al retrato. Anàlisi, 27, pp. 37-42.
Steiner, Wendy (2001): The trouble with beauty. London: Random House
Pues a mi me encantan los cabellos blancos o grises, si llego a esa edad no me teñire el pelo .
Las arrugas no me parecen feas, ni sufro con la idea de envejecer.
Quiero ser una viejecita calida, con arrugas en el rostro, pelo blanco y ojos bondadosos! 😀
Mientras no lo sea me cuidare, pero sin obsesionarme con nada ni sintiendome culpable por algo tan inevitable y natural como envejecer!
No hay que depender tanto de esos cánones. De hecho, hay actualmente una marca de belleza que está luchando por la belleza real en la mujer, a ver..¿POr que una mujer dorgita, con pecas o viejita, no puede ser guapa? Claro que síi! lo que pasa es, que la sociedad de hoy en día confunde términos y sin duda que no debe ser así.
Yo apuesto por la belleza real, y es lo que nos brinda actualmente esta marca: DOVE.
Pues yo también me decanto por la belleza real.
en http://www.fueradeclase.com hay un artículo en el que se ve como a una chica normalita la “tunean” con el photoshop hasta parecer un cuerpo Danone Natural, y el cambio es asombroso.
Además, se puede ser un bombón si tú te mentalizas de que eres un bombón, y serás el cardo borriquero si te crees que eres un cardo borriquero, seguro que todos conocemos algún caso parecido.
En fin, a ver si se crea el “michelín power” o algo así, que las arrugas, las canas y los michelines son bellos!
La verdad, pienso que el culto a la belleza tiene su otra cara en el miedo a la soledad, socialmente hemos colocado a la belleza y al dinero a la cabeza de todos los valores, por eso “se mata” el personal por la pasta y por lucir “guay”, es el terror a no ser aceptado y abandonado. La escala de valores actual necesita una inversión, y esta realidad que nos planteas no es más que otra faceta del problema.Besos
El hecho de darle demasiada importancia al exterior hace que el interior se vaya evaporando poco a poco. Llegamos a tal extremo que solo nos preocupa tener tiempo para ir de compras, de estética, de peluquería sin pensr en lo bien que nos sentaría hablar tranquilamente con nuestros mejores amigos y es que la belleza, cada vez, reina más en la actualidad. Considero que está bien cuidarse y ser coquetos pero los extremos siempre han sido malos y pienso que no es necesario ni tanto ni tan poco, sino un término medio. En el equilibrio está el gusto.
Un beso!
Bueno, a mí las canas y las arrugas no es que me apasionen… Pero ahora simplemente he aceptado que no siempre voy a estar como con 17 años (de cuerpo, de cara me gusto más ahora por suerte xD). Ahora una mujer mayor también me puede parecer guapa, y más que una chica joven, pero teniendo en cuenta las “posibilidades” de cada una…
En fin, creo que no me expliqué muy bien, estoy algo espesa hoy xD. La cosa es que debemos aceptar que no siempre seremos jóvenes y guapas (las que lo sean…), y también que antes o después moriremos… En realidad prefiero morir viejita y arrugada, será que habré vivido, y por tanto aprendido, muchísimo. Saludos.